Pasan los años y seguimos anclados en lo cartesiano, en paradigmas simplistas. Esto es, si separo las partes de un todo, ya puedo (o eso me creo) comprender un suceso "x" para así poder juzgar lo que ha ocurrido. ¡Qué fácil!, ¿no?
Las grandes masas nos hacen creer que sigue reduciéndose todo a lo que dicen los números, los datos. El ojo humano sigue sin tener valor suficiente para pronunciarse sobre los acontecimientos que discurren en cualquier ámbito al que queramos referirnos (no solo al fútbol, ya que como bien dice un gran amigo, "el fútbol es como la vida").
El programa estadístico nos muestra las conclusiones que tendríamos que extraer nosotros. En cuanto a comodidad no hay debate, no seré yo quien lo niegue. Si a esto le sumamos que es la supervivencia lo que mueve al ser humano parece que todo cuadra.
Por contra, lo que no tendría lógica alguna sería dedicarle años de estudio a fuego lento a una materia para que el ojo quede "entrenado" a ver algo más de lo que ve la media. Además, te tacharían de prepotente, loco y "erudito" (las más de 10.000 horas de estudio ya no valen para nada).
Total, sale más rentable vender el alma al diablo (o al pc, mejor dicho). A lo que digan las estadísticas y datos de tal programa informático.
Como dijo Bielsa: "El que cruza el jardín evitando el ángulo de 90 grados pisa la flor y llega más rápido; el que recorre el ángulo de 90 grados tarda más pero no daña las flores".
Hay que aprender a ver, como nos recuerda Eduardo Galeano, escritor nacido en Montevideo en 1940:
La función del arte
Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla.
Viajaron al sur.
Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzaron por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de hermosura.
Y cuando por fin consiguió hablar, temblando, tartamudeando, pidió a su padre:
-¡Ayúdame a mirar!
EDUARDO GALEANO,
El libro de los abrazos, 1989.
![]() |
| Eduardo Galeano |
Qué grande Galeano. Qué grande la ayuda, que grande el descubrir lo desconocido...
Ya no sé por qué estaba escribiendo esto. ¡Ah sí! Ever Maximiliano, por ejemplo. El tipo juega de cine y resulta que se va a Arabia a ganar petrodolares. Los carísimos programas de pc (Instat, Wyscout, Opta, pulsómetros, GPS,...) y el Big Data nos dicen que ya está viejo y que no corre, no roba balones, pierde los duelos, no hace ni un metro a alta intensidad,...
Menos mal que Lopetegui, su entrenador, va más allá de lo cuantitativo y confía en lo cualitativo. Tiene ojo entrenado, para nuestra suerte (no soy fan del Sevilla, soy un enamorado del fútbol).
Reflexionemos: ¿Cómo corre (o trota en este caso) Banega? ¿Cómo el juego requiere o cómo el pc dice que tiene que hacerlo?
No recupera pero... ¿cuántas pelotas pierde?
¿Le hace falta sprintar para conseguir el balón?, ¿y para hacer mejor a los que tiene al lado?
Él es un elemento dentro del sistema que genera mejores contextos para los demás.
En las eliminatorias post-pandemia ha jugado todos los partidos completos.
Hace poco también recordé un artículo del diario As en el cual decían, allá por noviembre, que Rudy García era el peor entrenador de la Champions League. Concretamente lo decía el Big Data. Meses más tarde, en agosto, su equipo está en semifinales de Champions League...
Big data lo llaman.
Personas. Ojo crítico. Cuestionarse los porqués.
Por más futbolistas como Banega en el verde.
PD: y más entrenadores, analistas,... con ojo crítico.

Comentarios
Publicar un comentario